La nueva era de los tecnoligarcas que no necesitan de la democracia
Del populismo digital al populismo corporativo, las Big Tech se realinean a los intereses geopolíticos del gobierno de Trump
La participación de los hombres al mando de las principales Big Tech en la toma de posesión de Donald Trump resultó en una especie de presentación formal de los broligarcas al mundo. Tal fue el peso de este debut en sociedad, que muchos analistas asocian la presencia de Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Sundar Pichai, Tim Cook y Sam Altman —quienes además donaron varios millones de dólares al fondo inaugural—, con el inicio de una nueva era. Incluso el director ejecutivo de Tik Tok, Shou Zi Chew, estuvo presente, lo que de entrada reflejó un cambio en la relación entre la plataforma china y la administración de Trump.
Ya en la primera edición de este boletín informativo semanal, Jazmín Acuña escribió sobre la señal de alineamiento enviada por los hombres más ricos del mundo y se refirió al análisis de Natalia Viana —periodista cofundadora y directora de Agencia Pública—, quien examinó el contexto y lo tradujo a una definición que parece capturar la esencia de los tiempos que estamos viviendo: la era del populismo corporativo.
¿Cómo pasamos del populismo digital al populismo corporativo (también llamado tecnofeudalismo o tecnoligarquía)?
El término, dice Viana en su columna, describe una etapa que va más allá del populismo digital, aquel en el que los líderes populistas utilizaron internet y las redes sociales para manipular la conversación pública y llegar al poder. En la era del populismo corporativo, los broligarcas —como fue bautizado el selecto grupo integrado, no por cualquier tech bro, sino por los más poderosos y millonarios del mundo—, se muestran alineados a los líderes a quienes ayudaron a ganar. Y ahora buscan materializar sus ambiciones eliminando todo tipo de regulaciones a fin de obtener más poder para hacer frente a China, que desafía su histórico liderazgo tecnológico.
Por sus similitudes con el sistema social, político y económico predominante en la Edad Media, el populismo corporativo recibe también el nombre de tecnofeudalismo, un concepto que reversiona las características del antiguo régimen feudal adaptándolas al contexto digital. En su libro Tecnofeudalismo. El sigiloso sucesor del capitalismo, el economista griego Yanis Varoufaquis explica este modelo en el que las grandes empresas tecnológicas o nuevos señores feudales poseen lo que denomina “capital de la nube”, mientras que los usuarios, dependientes de las plataformas, somos los siervos.
En el Foro por la Integridad de la Información de La Precisa, a finales del 2024 en Asunción, la invitada especial Natalia Viana se refirió a los mecanismos que convierten a la desinformación en un arma política muy peligrosa. En una entrevista con Jazmín Acuña, la periodista brasileña recordó la irrupción del movimiento populista digital en Brasil en 2018, con la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia, y en consecuencia, el nacimiento de una lógica de gobierno dictada por el marketing digital. Las Big Tech, cuyas economías giran en torno a la desinformación, tuvieron un papel fundamental en ese proceso. “Es un hecho que los mayores desinformantes en Brasil rindieron mucho dinero a las redes sociales porque tienen muchos seguidores, ganan mucho dinero y una gran parte de ese dinero va a parar a las redes sociales”, explicó.
Pero ahora las cosas son todavía más complejas. Para Viana, el multimillonario sudafricano Elon Musk representa otro tipo de mundo digital. “Compró una plataforma y la destruyó en términos de negocio. Incluso perdió el 70% de su valor porque no le interesa que sea una empresa, sino un canal para su visión del mundo”, sostuvo sobre X, desde donde Musk se dedicó a defender sus intereses y a amplificar la narrativa de Trump. A cambio, logró un puesto en la Casa Blanca. Con esto, dice Viana, “llegamos a lo que yo considero la era de los tecnoligarcas”.
El periodista y autor estadounidense Chris Hayes hizo un análisis similar en este episodio de Radio Atlantic: “[Musk] compró Twitter por 44 mil millones de dólares. Lo consiguió para poder ser el personaje principal de esto. Persiguió esa atención tan obsesivamente que destruyó el valor real de la entidad. Así que incendió 25 mil millones de dólares. (...) Pero luego, usando esa atención y la plataforma, ayudó a elegir a un presidente que lo puso, esencialmente, en el asiento del poder”. Esto sin contar que las empresas de Musk llevan tiempo accediendo a contratos de agencias federales de Estados Unidos y recibiendo fondos públicos.
Como uno de los responsables del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), las decisiones de Musk han sido calificadas de ilegales y despertado temor entre otros funcionarios: “No hay ni una sola entidad que pida cuentas a Musk. Es un presagio de la destrucción de nuestras instituciones básicas”, dijo el historiador Douglas Brinkley sobre el alcance de su poder, en este artículo de The New York Times. Incluso Steve Bannon —el exasesor de Trump que en varias ocasiones ha manifestado su rechazo a Musk — comparó a los broligarcas con niños de 11 años a quienes se ha entregado el país. “Estamos en serios problemas ahora mismo. Estamos en una crisis”, reconoció.
Todavía no se cumple un mes de la asunción de Trump y la influencia de los empresarios tecnológicos que lo acompañan en esta nueva era ya se ha materializado en decisiones con consecuencias negativas. El cierre del programa de verificación de Meta del cual formaban parte varios medios de Latinoamérica —en clara muestra de acercamiento al nuevo gobierno—, y la flexibilización de reglas sobre los discursos de odio en relación a la orientación sexual o la situación migratoria, además de la reciente decisión de Google de eliminar de sus normas éticas la prohibición del uso de IA para el desarrollo de armas y herramientas de vigilancia, son solo el principio. En los próximos envíos de esta newsletter continuaremos cubriendo estos cambios.
Ante este alarmante panorama para el ecosistema informativo en particular y para los derechos humanos en general, cerramos esta entrega con el consejo que nos dejó Natalia Viana en el Foro por la Integridad de la Información. Aquella noche en Asunción, ella subrayó la crucial responsabilidad que más que nunca, tenemos los periodistas: informar al mundo sobre la grave situación que enfrentamos, resaltando que nos hallamos en un momento de extremo peligro con figuras como Musk en puestos de poder y tomando decisiones que ponen en riesgo a la democracia: “Llegó la hora de decir que son criminales, que son tecnoligarcas y que estamos en una infocracia. Y tratarlos de manera muy clara, porque ellos, los que están en las empresas de tecnología en Estados Unidos, no en China sino en Silicon Valley, son una amenaza para la democracia”.
🌎 Más claves para la conversación
“No son dioses. Los multimillonarios tecnológicos son unos nerds con un exceso de privilegios que tuvieron la extraordinaria suerte histórica de haber nacido en el momento exacto de la historia. Trátenlos como corresponde”, sugiere Carole Cadwalladr en este artículo titulado Cómo sobrevivir a la broligarquía: 20 lecciones para el mundo de la posverdad.
“Sabía que algún día tendríamos que presenciar cómo el capitalismo, la avaricia y la intolerancia llevarían a un mundo donde hombres poderosos, merecedores o no, lo destruirían todo. Lo que no esperaba, y creo que no podría haberlo previsto, es lo increíblemente vergonzoso que sería todo. Estaba preparada para la maldad, la codicia, la crueldad, la injusticia, pero no anticipé que las personas en el poder también serían tan grandes losers”, escribe Rebecca Shaw en esta columna de The Guardian.
“Estamos en medio de un golpe político que, de tener éxito, cambiaría para siempre la naturaleza del gobierno estadounidense. No está ocurriendo en las calles. No hay ley marcial. Está ocurriendo cubículo por cubículo en las agencias federales y en la mundana automatización de la burocracia”, analiza Eryk Salvaggio (Tech Policy) sobre la irrupción de Musk en el gobierno federal de USA.
🚀 Oportunidades de aprender y conectar
¿Qué nos dice la evidencia científica sobre las mejores estrategias para combatir la desinformación? Elaborado por Chequeado —en colaboración con Africa Check y Full Fact—, este informe explora la importancia de considerar el fenómeno de la desinformación al analizar eventos de política internacional, valorando las características que toma, las principales estrategias, así como los tipos y formatos utilizados para desinformar.
Wired está monitoreando y reportando sobre la eliminación de sitios web gubernamentales bajo la administración de Trump y la ejecución de Musk. Este artículo detalla cómo varias páginas, especialmente las relacionadas con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y programas juveniles, han sido dadas de baja.
Nuestro programa de formación continúa este 2025 con talleres, charlas magistrales, mentorías y oportunidades de producción periodística. Estará dirigido principalmente a periodistas, docentes y estudiantes interesados en seguir aprendiendo sobre el impacto de la desinformación y en cómo combatirla. Te vas a enterar primero por esta vía (>ᴗ•)
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Esta edición fue escrita por Patricia Benítez, periodista y editora en La Precisa.